Desde los tiempos en que el hombre vivía en cuevas y cazaba mamuts hasta nuestros días, el ser humano ha sentido la necesidad de plasmar sus emociones, sentimientos e inquietudes en paredes y espacios públicos.
Si caminamos con atención por el centro de cualquier ciudad nos daremos cuenta de la existencia de pintadas realizadas con plantilla, una pegatina adherida a una señal de tráfico o un tag (firma) realizado sobre un buzón de Correos.
Stinkfish, Londres.
Existe un movimiento global de artistas que se apoderan del espacio público, que entienden la ciudad como un lienzo gigante y que lo utilizan para expresarse.
Estas obras de arte mágicas y efímeras que crean para nuestro deleite unas veces perduran años, otras días o minutos; las que perduran mutan constantemente con el paso del tiempo, son modificadas por otros artistas o incluso son retiradas por los enojados dueños del inmueble o por ladrones de arte urbano.
Estos artistas transmiten el concepto de que las imágenes y las ideas nacen para ser participativas y transferirse por todo el planeta y luchan para que el espacio público y su disfrute no desaparezcan. Con cada pieza de arte público gratuita, estos artistas están reclamando una parte de la ciudad que se ha vendido a los anunciantes.
Muchas personas asocian el arte urbano al vandalismo. Piensan que son todos unos gamberros adolescentes que se dedican a pintarrajear paredes.
Pero la realidad es que la mayoría de artistas callejeros trabaja en vecindarios en decadencia, busca bloques con aspecto de abandono y su objetivo suele ser embellecer esos edificios y crear algo verdaderamente especial. Creen que el arte puede aportar algo a la ciudad y embellecer esas edificaciones en proceso de erosión.
Al pintar sin autorización, los artistas funcionan en oposición a la autoridad. No es un simple acto de desafío a las reglas, sino también a la autoridad que las estipula. Al infringir la ley el artista no busca un beneficio personal, sino que está enviando un mensaje que va dirigido a un espectador al que pretende incitar a que cuestione un status-quo o realidad consensuada.
En una economía basada en el consumo, la idea de darlo todo a cambio de nada y burlarse de las seductoras e insistentes invitaciones con las que somos bombardeados constantemente para identificarnos y amar bienes de consumo, tal vez sea el delito más ofensivo que se está cometiendo.
Con el paso de los años, la tecnología ha logrado la rápida expansión planetaria de este movimiento. Los artistas pueden documentar su obra con la cámara de un simple móvil, subir la foto a las redes sociales explicando el significado de la obra, interactuar con admiradores y críticos. El espectador puede reaccionar a las piezas, formular preguntas al autor y sugerir ideas para futuras obras. Todo esto ocurre de forma inmediata y tiene una cobertura nunca antes vista.
Nos encontramos ante el que es sin duda el movimiento artístico más importante desde finales del siglo XX, comparable con lo que supuso el cubismo hace 60 años, y que sin duda protagonizará un capitulo en la historia del arte.
Se trata de un movimiento artístico resistente, global, único y que goza de excelente salud.
⦁ Resistente: El movimiento abarca artistas que comenzaron en el mundo del grafiti y que han evolucionado hacia otras expresiones artísticas que llevan 4 décadas en activo.
⦁ Global: Originario de la ciudad de Nueva York, en pocos años se expandió como la pólvora. Actualmente podemos encontrar expresiones artísticas relacionadas con la escritura, el grafiti o el Street Art en cualquier parte del mundo.
⦁ Único: Teniendo en cuenta la forma en la que se ha creado y ha emergido espontáneamente en las calles, se trata de un movimiento único hasta la fecha en la historia del arte.
⦁ Fuerte: Existen unos códigos de conducta que han sido transmitidos de una generación de artistas a otra, cuyo mayor exponente es la obligación de respetar la obra de otro artista y no pintar sobre ella.
Documentar, transmitir, compartir, aprender y debatir son características clave de este movimiento
URBAN CREW ART 